El socialismo se inicia a partir de la Revolución francesa en 1789, que causó el derrocamiento de la clase feudal francesa y la ascensión al poder de la burguesía. En el siglo XVIII y XIX los principales países de Europa desarrollan el proceso de sustitución del feudalismo por el capitalismo como sistema económico, y los estados feudales se unen para formar las modernas Naciones-Estado.

Inglaterra fue la cuna del socialismo utópico. Existen dos causas importantes que dan al socialismo utópico inglés su carácter peculiar: la revolución industrial, con su cortejo de miserias para el naciente Proletariado, y el desarrollo de una nueva rama de la ciencia: la economía política. Recordemos entre los socialistas utópicos a Robert Owen (1771-1858), quien fue el primero en considerar al proletariado como clase independiente con intereses comunes.

En Francia tuvo un carácter más filosófico que en Inglaterra. Su primer representante fue el conde Henri de Saint-Simon. Propuso la Federación de Estados Europeos, como instrumento político para evitar las guerras y asegurar la paz mundial. Al mismo tiempo Carlos Fourier, concibió los falansterios --comunidades humanas regidas por normas de libre acuerdo y economía socializada. De la inspiración de los principios fourieristas se constituyeron algunos falansterios.

Poco después aparece la teoría marxista que desde una teoría crítica del capitalismo, desarrolla una propuesta política: el socialismo científico. Karl Marx postula en su obra "El Capital" la diferenciación entre «valor de uso» y «valor de cambio» de una mercancía y la definición de plusvalía, siendo éstas sus mayores contribuciones a la economía política; no obstante, los economistas modernos no utilizan estos conceptos del mismo modo que lo hacen los seguidores de la escuela marxista del pensamiento económico. Entre los socialistas hubo una temprana división entre marxistas y anarquistas. El marxismo como teoría recibió muchas interpretaciones, algunas de ellas constituirán durante muchas décadas la base ideológica de la mayoría de partidos socialistas europeos. Más tarde, a raíz de la Revolución rusa y de la interpretación que le dio Lenin, el marxismo-leninismo se convertiría en el ideario de los partidos comunistas, agrupados bajo la III Internacional.

La teoría marxista se construye en debate con el anarquismo. El anarquismo se podría inscribir dentro de los debates tempranos del socialismo, que como ideal busca que las personas decidan sobre sus vidas directamente. Propugna la abolición del Estado y de toda autoridad. Es la corriente con un trasfondo de respeto y valoración al sujeto o individuo, y que considera a la libertad como el camino y el objetivo del socialismo y que propone la horizontalidad en las asociaciones humanas voluntarias, la autonomía local junto con la autoorganización de los movimientos sociales frente a las instituciones del Estado y a las multinacionales y monopolios propios del capitalismo. La meta del socialismo libertario es construir una sociedad basada en las libertades civiles, la equidad social, la iniciativa personal, la cooperación moral de un individuo, eliminando las clases sociales estratificadas, promoviendo estructuras políticas y económicas autogestionarias, descentralizadas o distribuidas.

El socialismo alcanza su apogeo político durante el siglo XX en el bloque socialista de Europa, la URSS, estados socialistas de Asia y del Caribe.
Cartel propagandístico soviético, ilustra a Lenin "limpiando" simbólicamente el mundo de los reyes, ricos e imperialistas , glorificando así el socialismo.

Durante la segunda mitad del siglo XX fue de gran importancia para el llamado bloque socialista, que la Unión Soviética liberara a los países ocupados del Tercer Reich en el frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial, pues estos mismos posteriormente adoptaron sistemas de gobierno socialistas que hicieron que el campo socialista alcanzara un amplio dominio.

Indicadores del auge socialista durante el siglo XX son por ejemplo, los grandes avances en la tecnología, como por ejemplo en los programas espaciales, así como la gran tecnología militar, principalmente en la Unión Soviética.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la tensión militar-ideológica entre el bloque socialista, encabezado por la URSS, y el capitalista, encabezado por Estados Unidos, desembocó en un enfrentamiento político que se conocería como Guerra Fría. Se conoció de ella extraoficialmente y fue la competencia por la superioridad en todos los aspectos y lograr así el dominio completo (pero no directo) de la mayor cantidad de países. Culminó con la desintegración de la URSS por fuertes presiones internas y externas y seguida de una repentina crisis en los demás estados socialistas, principalmente los europeos.

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